por la Divina Providencia
a los Patriarcas, Primados, Cardenales, Arzobispos, O=
bispos
y otros ordinarios en Paz y comunión con la Sede Apostól=
ica.
Trasciende la
Catequesis entre las funciones apostólicas que, de=
sde
la elevación a la máxima jerarquía de la Iglesia Militante,
Nos, Sumo Pontífice, Vicario de Cristo en la Tierra, Doctor Univ=
ersal,
Patriarca de Occidente, Patriarca Ecuménico, etc., hemos luchado par=
a la
restauración y triunfo final de la Santa Iglesia
Católica, la cual es Una y Verdadera, fuera de a cual no hay
salvación, como no la hubo fuera del Arca de Noé, figura de la
Santa Iglesia[1][1].
Viendo pues que el mantenimiento, allí donde ha ocurrido, y q=
ue
la restauración, allí donde se profanaron los altares (tal co=
mo
lo había visto el Profeta Daniel[1][2]) de la Sagrada Misa =
y los
Santísimos Sacramentos fueron y son recibidos con fervor y que, desd=
e la Apostasía,
aquellos que no cayeron en el error modernista han continuado bajo las
observancias del Catecismo Mayor, instituido por Nuestro Predecesor de Glor=
iosa
memoria, San Pío X, Nos, Sumo Pontífice, ordenamos la
re-publicación del mismo a fin de que sea leído, estudiado y
practicado por todos aquellos que estén en Comunión con la Santa Iglesia
Católica.
Obligación es para todo ser humano conocer la Verdad (que como tal
sólo puede ser una) revelada por Dios. Esa verdad que el Dios Trino =
ha
revelado, es enseñada por la Iglesia Católica, única depos=
itaria
de esa misión educadora y civilizadora frente a un mundo bárb=
aro,
pecaminoso y que se conduce a la perdición. Toda esa Verdad se encue=
ntra
resumida en el Catecismo. El Catecismo contiene lo que debemos creer, lo que
debemos practicar, los medios de salvación, así como las verd=
ades
frente a los malignos errores modernos que, desde la Revolución
Francesa han tratado de destruir la Obra de Dios, que es =
la Iglesia Cató=
lica,
de la cual, Nos, aunque indignos, gobernamos, no por voluntad nuestra, sino=
por
la de Dios.
Ordenamos y establecemos a perpetuidad, este Sagrado Catecismo, para=
ser
enseñado y practicado por todos los Católicos. Ordenamos y
establecemos a perpetuidad la lectura regular del mismo. Así
también establecemos para siempre que nadie pueda ser juzgado o
censurado nunca por este catecismo, que nadie pueda nunca ser perseguido a
causa de la enseñanza del mismo y que nadie jamás prohí=
;ba
la lectura, meditación y predica de estas santas palabras, para
edificación moral y espiritual de los cristianos, que únicame=
nte
están en la
Iglesia Católica Apostólica Remanente.
Ordenamos y decretamos que, desde el momento de la publicació=
n de
esta Bula Papal y del Nuevo Catecismo, nadie pueda ya más utilizar el
catecismo modernista, empero que si pueden leer y enseñar el Catecis=
mo
Mayor de San Pío X, o el Catecismo Romano, siempre y cuando se aclar=
en
que no se refiere más a la
Iglesia de Roma, sino a la verdadera Iglesia que ha sido
restaurada en nuestros días y que Nos dirigimos, como Sumo
Pontífice, Vicario de Cristo, Pastor Universal, Doctor Infalibre y D=
ulce
Cristo en la Tierra.
Finalmente decretamos y establecemos solemnemente que absolutamente
nadie, pueda anular esta página que expresa Nuestro permiso, Nuestra
decisión, Nuestro mandamiento, Nuestro precepto, Nuestra
concesión, Nuestro indulto, Nuestra declaración, Nuestro decr=
eto
y Nuestra prohibición ni ose temerariamente ir en contra de estas di=
sposiciones.
Si, sin embargo, alguien se permitiese una tal alteración, sepa que
incurre en la indignación de Dios Todopoderoso y sus bienaventurados
Apóstoles Pedro y Pablo.
Dado en Moreno, e=
n la Capilla de Nuestra
Señora de la
Compasión, el año dos mil seis de la Encarnación,
en el primer año de nuestro pontificado.
+ LEÓN XIV.
[1][1] Bonifacio VIII, Bula =
Unam
Sanctam, 1302.
[1][2] Dan XI, 31-32.
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