con un post scriptum de SS Alejandro
IX
Nació el día 21 de marzo del año
1983, en el seno de una humilde familia de la Provincia de Buenos Aires.
Su nombre civil es Oscar Michaelli.
Fu el hijo mayor de cuatro hermanos. Sus familiares y amigos siempre se
sorprendieron por su inteligencia y sagacidad, a punto tal que sus
maestros insistieron a los padres que por su gran inteligencia y a su
avidez por la lectura era aconsejable que rindiera libre varios años de
la escuela. Así fue que pasó de quinto a séptimo grado y con diez años
ya había terminado la escuela primaria.
Estudios.
En el año 1993, Oscar fue
recomendado para un programa de estudios en el exterior, y con una beca
completó sus estudios en España a la edad de quince años, tiempo en
el que sintió el llamado para servir a Dios. Su familia se opuso: era
un genio y ellos querían que él estudiara en la Universidad. Sin
embargo, Oscar rechazó
las ofertas de estudio que le daba España y se inclinó por conseguir
una beca en la Universidad Católica
de Leuven, lo que no le costaria teniendo en cuenta sus
antecedentes académicos. Fue allí, en Bélgica, que
Oscar conoció la Verdadera Religión Católica y eso lo llevó a
estudiar Literatura en una Universidad verdaderamente Católica, donde
la Fe no fuera deformada por el modernismo, fue así como llegó
al “Instituto Católica Superior San Pio V” de Bélgica, un centro de estudios superiores
dirigido por clero católico tradicionalista. Allí conoce entre otros a
la Fraternité de Archéveque Ngô-dinh-Thuc.
Tras cuatro años obtiene dos licenciaturas: una en Letras y la otra en
Teología, la primera versaba sobre la Obra de N. Gógol y la segunda
sobre el problema de la gracia en San Agustín. Ambas tesis obtuvieron
la calificación sobresaliente y cum laudem. En el año 2000, con
17 años, el joven Oscar Michaelli se separa de su familia y viaja a
Argentina, dejándolos en Europa, donde aquellos se habían establecido
y mejorado su situación económica.
En Argentina, Oscar Michaelli
realizaría nuevos estudios: realizó un postgrado en Literatura y tomó
cursos en el CELEB (Centro Laicos de Estudios
Bíblicos), con una hermosa memoria que versaba sobre la
historicidad del Rey David, algo que, tristemente, los modernistas han
puesto en duda.
Las
visiones.
Oscar había oído hablar de un
pequeño grupo tradicionalista que se solía reunir a rezar el rosario
en Moreno, provincia de Buenos Aires, y viajó para conocerlos. Era el 8
de marzo del año 2003 y aquel grupo se llamaba “Sociedad de Nuestra
Señora de la Compasión” y resultó ser más pequeño de lo que él
pensaba. Los miembros de la Sociedad quedaron cautivados por la humildad
y la inteligencia del joven teólogo y pronto le propusieron que la
dirigiera. Excelente orador e inspirado católico, la gente, aún
aquellos que desconfiaban de Catolicismo Tradicional se amontonaban en
la pequeña casa de los compasionistas para escuchar sus charlas sobre
Religión Católica. Un día, mientras él estaba hablando una mujer cayó
de rodillas, y elevó sus ojos y dijo estar viendo a la Santísima
Virgen detrás de Oscar. Luego la mujer cayó en un dulce sueño. Nadie
dio mucha importancia al principio, pero poco a poco, otros más tendrían
las mismas experiencias: destellos de luz, iluminaciones asombrosas en
el rostro de la imagen de Nuestra Señora de la Compasión. Esto no
ocurre en cualquier momento, sino cuando se reza el rosario o el vía
crucis.
El 8 de diciembre de aquel 2003,
Oscar consiguió un sacerdote tradicionalista para que celebrara la
Santa Misa en el oratorio. Nadie imaginaba lo que allí ocurriría...
Al iniciarse la Misa, cae en
extasis Oscar ante la mirada atónita de todos los presentes, Nuestra Señora,
bajo la advocación del Carmen, allí ella le dice unas palabras que
varios de los presentes pudieron oír, llenándose de admiración y
asombro, ya que si bien no veían a la Virgen, oían ua dulce voz que le
decía a Oscar: “Tu serás sacerdote y harás
para mi una Orden Religiosa que consuele mi Corazón”.
Luego de esto, reinó el silencio y el ambiente se llenó de un dulce
aroma a flores... alguien le preguntó a Oscar que había pasado pero
este, por miedo quizás, a que lo consideraran un loco dijo que nada y
se negó a decir lo que la virgen le había comunicado. Pobre inocente,
no sabían que los demás también habían escuchado su voz.
Los éxtasis de Oscar se
sucedieron: su persona cambiaba, se volvía sublime, perdía cualquier
sensibilidad y su rostro tomaba un gesto sereno. Siempre ocurría lo
mismo: caía de rodillas sin que la naturaleza del terreno le afectara y
luego se levantaba sin señal alguna de dolor o cansancio. Después de
aquel 8 de diciembre, él pasó a ser para todos el “Hermano Oscar”.
En sus visiones (a veces compartidas por los Hermanos Emilio Javier,
Alejandro Fabio y Aníbal) contemplaba a Nuestro Señor Jesucristo, a la
Santísima Virgen María y a otros grandes Santos. Los mensajes tenían
el mismo trasfondo: preservar la Fe Católica de siempre, rezar el
rosario y solamente asistir a la Santa Misa en Latín.
Pero no eran estas visiones lo que
más asombraba a los visitantes que iban a ver por primera vez a la
Sociedad de Nuestra Señora de la Compasión: era su humildad, como
trabajaban, como compartían todo... un fiel donó la casa donde se reunían,
pronto fue remodelada, poco a poco se levantó una capilla, que hoy es
nuestra Catedral, se juntó dinero y se compraron los terrenos
lindantes... en el año 2005 la Sociedad tiene ya dos centenares de
miembros activos y un sacerdote expelido de la Sociedad San Juan,
aparentemente por sedevacantista llega al lugar. No tardó en ser
expulsado por los fieles cuando se descubrió que había estado acosando
a una de las muchachas que asistían diariamente a la Misa.
Un viaje a
Francia.
Cuando el Hermano Oscar escuchó
que la Virgen le pedía el 1º de febrero que se entrevistara con dos
obispos cismáticos dudó de la visión. Fue un duda prudente, pero la
Virgen le dirigió la palabra a varios más que cayeron en éxtasis y
les dijo que el Hermano Oscar no debía viajar para adherir a un cisma,
sino que lo haría para ser ordenado sacerdote y obispo... y les dijo
que en todo momento debía mantenerse fiel a a Religión Católica. Se
juntó el dinero y el avió arribó a destino el día 4 de febrero del
2005, llegando a Mont Saint Aignan Cedes el 15
del mimo mes. Allí fue recibido por Monseñor
Adolphe George Cantor y Monseñor Mario Cornejo de la “Iglesia Santa
María”. Ellos recibieron a un muchacho seguro y firme, que
les transmitió el mensaje de la Virgen. Asombrosamente no se
sorprendieron y tras un breve examen, iniciaron los preparativos para
las ordenaciones que concluyeron el 24 de marzo del 2005 con el Sumo
Sacerdocio: ahora era Monseñor Oscar de la Compasión.
Monseñor
Oscar, un Obispo en defensa de la fe.
La actividad plena de la Orden de
Nuestra Señora de la Compasión se inició el 1º de abril del año
2005, cuando Monseñor Oscar de la Compasión dio la primer misa e hizo
publica su “Declaración sobre la Sede
Vacante” que concluye con estas palabras:
“Es por
ello que, tras estudiar con cuidado y detenimiento nuestra situación
actual, y a la luz de las
tradiciones de la Iglesia, en virtud del cargo de Obispo que poseo, Creo
que la Sede Apostólica de Roma está vacante desde la muerte de Pío
XII y que desde el año 1958 ha sido usurpada por herejes.
Creo que
desde entonces ya no hay Pontífices, pero que esto no significa una
negación de aquello que el Gran Concilio Vaticano declaró en 1870
acerca de que la Iglesia tendría Vicarios de Cristo a perpetuidad. Creo
que los Antipapas que ocupan la primer sede apostólica han inventado
una nueva religión, que es Modernista y Protestante, que no es Católica,
que no es Cristiana y que por lo tanto, no agrada a Nuestro Señor.
Quienes se adhieran a la religión predicada por Roncalli, conocido como
“Juan XXIII”, instituida por “Paulo VI”, y consolidada por
“Juan Pablo II” y su sucesor, el Antipapa “Benedicto XVI”,
abandonan la Fe Católica de siempre y se adhieren al cisma que desde
Roma se predica. Quienes dan su alianza al declararse “una cum” la
Roma modernista y protestante incurren en el mismo pecado.
Y como yo,
Oscar de la Compasión, Obispo, tengo la obligación de luchar por la
salvación de las almas para mayor gloria de Dios, denuncio a la herejía
y los heresiarcas.”
La carta fue impresa y transmitida
a los medios de comunicación que no prestaron atención a tan
importante anuncio. En el extranjero, los círculos tradicionalistas
tampoco se hicieron eco, al principio, de esta declaración, apegados
como estaban a aquella que realizara en sus días Monseñor
Ngo-Din-Thuc.
Monseñor Oscar consagró los
primeros centros de misa y el día 8 de abril, declaró que pronto se
ordenarían varios sacerdotes de entre los Hermanos de la Orden. Entre
el 1º de mayo y el 8 de Diciembre, Monseñor Oscar se dedicó
a viajar por todo el país, celebrando misas e impartiendo
conferencias para expandir el Catolicismo Tradicional. Se entrevistó
con importantes figuras y debatió con ciertos académicos que lo
acusaron de promover una secta. En Mendoza un Rabino lo acusó de
antisemita, un grupo de lesbianas dijeron que era un fascista porque
declaró públicamente que jamás toleraría la homosexualidad... Monseñor
Oscar fundó oratorios y capillas por todo el país, habilitó hogares
como centros de misa y el 9 de noviembre realizó un viaje a
Bolivia,
donde permaneció hasta el 22 del mismo mes, estableciendo lazos de
amistad con la nación aymara.
En sus conferencias Monseñor Oscar
explicaba a todos los que quisieran oírle (y a los que no también) por
qué el Vaticano II había abierto una nueva religión, diferente a la
Religión Católica y las necesarias consecuencias de esa defección:
los falsos papas, la invalidez de la “Nueva Misa”, y el falso
ecumenismo que conduce a la apostasía. Monseñor enseñó entonces que
estamos en la época de la Gran Apostasía descripta por San Pablo en su
epístola a los Tesalonicenses y que Roma se había convertido en la
Sede del Anticristo... pero que Nuestro Señor no permitiría que la
Iglesia fuera destruida. Había un “remanente”, un grupo de católicos,
extendidos por todo el mundo que siempre oían de píe las hermosas
palabras de un sacerdote diciendo “Introibo ad Altare Dei”,
esa era la Santa Iglesia Católica Apostólica Remanente, la única
Iglesia de Cristo.
El día 6
de diciembre, Monseñor Oscar se instaló en la Casa Generalicia de la
Orden de Nuestra Señora de la Compasión. Allí 24 sacerdotes fueron
ordenados y dos días después, de entre ellos, cuatro recibieron la
consagración episcopal. Aquel 8 de diciembre fue un día
glorioso que no pudo ser manchado por la protesta del miserable párroco
local que movilizó a su “patota” para que gritara delante de
Nuestra Catedral (que aún estaba en construcción). Los nuevos Obispos
fueron: Monseñor Martín de la Compasión, Monseñor Emilio Javier de
la Compasión, Monseñor Alejandro Fabio de la Compasión, Monseñor
Claudio Alejandro de la Compasión.
Centenares de sacerdotes de todo el
mundo se pusieron en contacto con Monseñor Oscar para que él o
revalidara sus ordenes o los apoyara en su lucha contra el Modernismo.
La Biblia, la Tradición, en fin,
la Historia misma nos relata como los Siervos de Dios (patriarcas,
profetas, sacerdotes, los apóstoles, etc.) fueron probados muchas veces
por medio de mandatos durísimos y ellos obedecían, porque confiaban en
Dios y la voluntad de Dios era la que deseaban cumplir. Monseñor Oscar
no tenía el dinero que tienen los “obispos” de la Iglesia
conciliar, así que vestía con una simple sotana y llevaba en el pecho
un crucifijo que ni era de oro ni de ningún metal precioso. Su sotana
era negra y simple como la de cualquier sacerdote, pero jamás dejaba su
solideo púrpura. Sus zapatos eran viejos hasta que una fiel,
escandalizada por la pobreza en la que los compasionistas vivían les
regaló sandalias franciscanas. Las oraciones jamás fueron suspendidas
por Monseñor Oscar, ni siquiera cuando enfermaba: su cuerpo debil y
delgado soportaba muchas veces el cansancio de días de sueño acumulado
por los viajes, por las misas, por las confesiones...
Las conversiones eran asombrosas:
una importante comunidad de cismáticos griegos, con su obispo y
sacerdotes se unieron a Monseñor Oscar de la Compasión, lo mismo
ocurrió en Alemania y Francia. Las ordenaciones sacerdotales se
suceden, y no ya solamente por parte de Monseñor Oscar, sino de los demás
Obispos de la Orden que crean verdaderos ejércitos sacerdotales,
dispuestos a dar su vida en el combate por la Santa Fe y la Santa Misa.
El
Conclave.
Monseñor Oscar jamás se había
pronunciado a favor de una nueva elección pontificia, si bien es cierto
que se realizaron los pertinentes estudios para saber si alguno de los
que reclamaban ser el Sucesor de San Pedro lo era.
Fue Monseñor Emilio Javier quien
se pudo delante de una empresa magna: suplir la Vacante de la Sede Apostólica
por medios canónicamente válidos, lo cual expresó por carta el 2 de
febrero del año 2006. Monseñor Oscar lo llamó a la “la santa
prudencia”:
“Cualquier
error o vicio hará inválida y nula vuestra elección, colocándolos en
el mismo nivel que los cismáticos antipapas, y de esta forma os separaréis
de la Iglesia Católica, fuera de la cual no hay salvación.”
Los Obispos y sacerdotes
compasionistas incitaron a Monseñor Oscar a que convocara a un Cónclave
mundial, pero este delegó esa función en Monseñor Emilio y Monseñor
Alejandro. La circular fue enviada a todos los obispos sedevacantistas
del mundo, al tiempo que se escribía al Antipapa de Roma y su
Secretario de Estado, intimándolos a abandonar el Vaticano y así
proceder con la elección. Esta carta era meramente formal, ya que era
sabido que los Anticristos no dejarían las posiciones usurpadas fácilmente.
El conclave, se decidió, tendría lugar en Luján y asistieron obispos
del mundo entero, los únicos con derecho a voto; también hubo
sacerdotes y laicos de distintos países que fueron testigos de la
apertura del Conclave y luego del tradicional “¡Habemus Papam!”.
Dos años
como Vicario de Cristo y contando...
Desde el 24 de marzo del año 2006
Oscar de la Compasión es León XIV, el Verdadero Papa, el Dulce Cristo
en la Tierra. Han sido de años llenos de trabajo, de actividad, de
viajes, de encuentros, de propagar el evangelio en todos los rincones
del mundo. Dios está con nosotros ¿de que otra forma se puede explicar
el crecimiento de la Santa Iglesia Remanente por todo el mundo más allá
del silencio impuesto por el Nuevo Orden Mundial?
No fueron años fáciles. Tuvimos mártires,
se produjo un cisma, algunos abandonaron al Papa cuando más se los
necesitaba. Su Santidad publicó varias encíclicas, bulas y demás
documentos en defensa de la Verdadera Religión Católica.
El 16 de marzo de este año 2007,
pocos días antes del Aniversario del Primer Año de Pontificado, a las
6:45 horas un terrorista abrió fuego sobre el Papa. Su vida pendió de
un hilo, pensamos que moriría... Pero Dios estuvo con su Vicario. “Es
un milagro que esté vivo” dijo su medico personal. La Iglesia atravesó
una grave crisis en aquellos días en los que se sabía muy poco de lo
que pasaba muros adentro del Palacio Apostólico. Los fieles de todo el
mundo habían recibido la noticia del atentado y trataban de comunicarse
con nosotros por todos los medios posibles. Las Sedes Arzobispales
estaban en un estado caótico, muchos Obispos viajaron de inmediato a la
Santa Sede para ponerse a disposición del Cardenal Secretario de
Estado, Mons. Emilio Javier de la Compasión. Fue entonces que para
tranquilizar a un buen sector de la jerarquía y hacer acallar a los
pusilánimes de siempre, el 21 de marzo, en Santa Rosa la Curia y otros
jerarcas de la Iglesia hicieron un juramento de fidelidad a Su Santidad
León XIV. Tres días después, Su Santidad cumplía su primer año como
Pontífice, y hospitalizado hacía publica su encíclica Quo Graviora.
El domingo de Pascua, 8 de abril
del año 2007, a pesar de que sus médicos le pidieron permanecer
algunos días más en el hospital, Su Santidad regresó al Palacio Apostólico.
Allí se ha recuperado casi totalmente y jamás abandonó sus funciones
de Vicario de Cristo. Como Papa de la Santa Iglesia nos ha demostrado
como debemos comportarnos en los momentos más difíciles. Jamás ha
dejado de trabajar, de enseñar, de estudiar.
Post Scriptum De Su
Santidad Alejandro IX
Varias veces tuve la oportuniad de
leer esta biografía que con tanto amor, respeto y devoción escribiste,
muy caro hermano Martín y no puedo sino unirme a ti en agradecimiento a
León XIV de Venerable Memoria, tributandole todo el respeto que merece.
Te he rogado, que me permitieras a mi
hacer un breve relato de los últimos días. Tu, un hijo fiel de la
Iglesia, me agradeciste el no tener que contar como murio aquel que tanta
vida nos inspiró.
Bien sabido es que tras aquel funesto
atentado, la salud del Gran León XIV fue mermando, algunos de nosotros,
alertados, quisimos saber que era aquello que tanto lo debilitaba. La
noticia de la enfermedad que lo consumía fue dura, terrible... pero él
nos animó a no desesperar. Aún hoy sentimos su ausencia, aún hoy lo
lloramos y lo esperamos y tenemos en nuestras oraciones. Como su Sucesor
Legítimo, y por lo tanto, Sucesor de San Pedro, no podemos sino animar a
todos los fieles a imitar a este gran hombre, a este joven hombre de Dios
que renunció a todo, solo por cumplir con la voluntad de Dios.
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