CARTA ENCÍCLICA
GLORIOSAM ECCLESIAM
De nuestro Santísimo
Señor
León XIV
Siervo
de los Siervos de Dios,
por
la Divina
Providencia
a
los Patriarcas, Primados, Cardenales, Arzobispos, Obispos
y
otros ordinarios en Paz y comunión con la Sede Apostól=
ica.
La Glorio=
sa
Iglesia vive hoy el reflorecimiento de una herejía que, creía=
mos,
habíase ido apagando. Es por ello que Nuestro corazón, tocado=
de
dolor íntimamente[1][1]=
nos hace sentir llenos de amargura
porque, ha llegado a Nos la terrible noticia de que algunos, inspirados por=
el
Mismísimo Lucifer, han propagado por esta santa y venerable tierra
nuevamente la herejía de los Palmarianos, transpasando los
términos puestos por los Padres[1][2]=
que
ya en su día, condenaron esta maldita y perfida doctrina, farisaica,
maldita, falsa y mentirosa. Ya en otra ocasión hemos hablado acerca =
de
este pérfido grupo cismático, ahora dividido ya que algunos
siguen al sucesor del Antipapa Clemente en la persona de Alonso Corral
(conocido como Pedro II); en nuestra carta encíclica Restauratio<=
/i>
incluimos a estos dos fornicarios como cismáticos y condenamos su
supuesta “Iglesia”. ¿Pero que es lo que predican? Pero a=
ntes
nos preguntamos con San Pablo “¿Cómo predicará=
;n,
si no son enviados?”[1][3]=
, y
no lo son porque en primer lugar sus ordenes no son válidas, porque
están viciadas de nulidad tal como lo reconoció Monseñ=
or
Thuc al retractarse y desligarse de estos dementes en su momento.
Además, pesa sobre ellos nuestra indignación y nuestro anatema
perpetuo porque no han demostrado ningún deseo de volver a la Obedie=
ncia
del Soberano Pontífice que ahora somos Nos, Vicario de Cristo, Sierv=
o de
los Siervos de Dios, León XIV para perpetua memoria.
Sus doctrinas vanas y
peregrinas[1][4]=
reducen la cabeza a la cola[1][5]=
,
han caído en las “profanas novedades de palabras”[1][6]=
y
ensucian el nombre de la Santísima Virgen María, la Augusta M=
adre
de Dios y ponen en sus labios palabras que la Santísima Señor=
a Nuestra
Jamás diría colocando así el Arca de la Alianza cabe
Dagón[1][7]=
. No
han afirmado su corazón en la gracia[1][8]=
,
sino que lo han entregado a Satanás, porque predicaron un evangelio
diferente al que nos transmitió Nuestro Señor Jesucristo, por=
lo
que renovamos, por esta Nuestra Carta Encíclica, el anatema al que
estamos obligados a declarar[1][9]=
.
Y a fin, pues, que esta
doctrina temeraria y perversa no se infiltre como una gangrena[1][10] y
envenenando a muchos tenga Raquel que llorar a sus hijos perdidos[1][11],
revestidos de la Autoridad que Nos, León XIV, por la Autoridad que h=
emos
recibido del Verbo que se hizo carne y habitó ente Nosotros[1][12] no
podemos permitir que las vacas feas y flacas, consumidas de puro magra que
están, porque pacen donde no crece sino abrojos y que por ello mismo=
no
dan señal de hartura, devoren y consuman a las hermosas que forman el
rebaño del Señor[1][13].
Antes bien, por la presente, Nuestra Carta encíclica os exhortamos a
permanecer fuertes y firmes en la fe que habéis recibido, la cual es=
la
de la Santa Iglesia Católica y que no está, como la de esa
miserable secta herética, adulterando permanentemente la Palabra de =
Dios[1][14].
Siendo todos y cada un=
o de
ellos enfermos con desordenes sexuales, pérfidos embaucadores, sodom=
itas,
prostitutas y prostitutos, perros que merecen las llamas del infierno por t=
oda
la eternidad, que no se cansan de desparramar su enseñanza maldita,
obscura, brujeril y que bajo apariencia de piedad no dejan de renegar de la
virtud de ella[1][15]
nos vemos obligados ensuciar nuestras manos con sus inmundos escritos, a los
que, todos y cada uno de ellos, han sido incluidos en la Lista de Libros
Prohibidos. Por eso mismo ordenamos al Tribunal de la Sagrada
Inquisición, y otorgamos al Cardenal Alejandro de la Compasión
todos y cada uno de los poderes de policía necesarios para que encue=
ntre
estos inmundos escritos, así como todas y cada una de las
Imágenes o Estampas de la Santa Faz a la que ellos han manchado
colocándole el estiércol de las falsas profecías y de =
los
falsos mensajes
Por eso mismo es que N=
os,
Vicario de Cristo, Siervo de los Siervos de Dios, León XIV, Papa
Verdadero, Verdadero Sucesor de San Pedro, decretamos formalmente que
cualquiera que sostenga la herejía de los palmarianos cae en
excomunión.
¿Es menester re=
cordar
ahora quien es el responsable terrenal y la cara visible de este
escándalo que es la secta de los palmarianos? Su nombre no debe ser
olvidado, y la vergüenza y oprobio de este fronicario, sodomita, vicio=
so,
perjuro fue Clemente Domínguez y Gomez, el Antipapa Gregorio XVII del
Palmar de Troya, aquel que “embaucó a los habitantes de la
tierra con los prodigios que le fue dado hacer”[1][16],
no por Dios, sino por Lucifer. Todas sus profecías son prueba infali=
ble
de que fue un loco, un mentiroso y que merecía ser asesinado[1][17]. ¡El infame de Clemente
Domínguez aseguró conocer en distintas oportunidades la fecha=
de
la Consumación del Mundo! ¡Perfido! Mil veces condenado al igu=
al
que todos sus seguidores porque Jesucristo mismo nos dice que ni Él,=
ni
los Ángeles saben el día de la Segunda Venida[1][18]. Las supuestas visiones y revelaci=
ones
proféticas muestran todos los errores de este infame de Clemente
Domínguez y Gómez no se deben sino a la obra de Satanás
con todo poder y señales y prodigios de mentira y con toda
seducción de iniquidad para los que han de perderse en retribuci&oac=
ute;n
de no haber aceptado para su salvación el amor de la verdad”[1][19]. Y los sacerdotes, los obispos y
demás falsos clérigos de su linaje salidos, no son sino
“falsos profetas han salido al mundo”=
[1][20].
Finalmente
declaramos a perpetuidad, tal como lo hicieron nuestros santos predecesores
que, cualquiera que enseñare, predicare o tan siquiera en lo m&aacut=
e;s
profundo de su corazón sintiera diferente a como observa, predica y
siente esta Santa Iglesia Católica, la cual es Una, Santa
Católica y Remanente, y que por Nos es guiada en esta Tormenta con el
auxilio de Nuestro Señor Jesucristo; decíamos, que si alguien,
tan siquiera sintiere diferente a lo que la Iglesia sintió, siente y
sentirá sobre el sacramento del bautismo, de la Eucaristía, d=
e la
confesión de los pecados, de la Confirmación, del Santo
Matrimonio, de las Sagradas Ordenes y del Viático, o en cualquier ot=
ra
materia dogmática y disciplinar que Nos, nuestros Sucesores o los
obispos y sacerdotes apegados al catecismos y bajo nuestra obediencia
existieran,
Incurren
en la Ira e indignación de
Nos, Papa, Vicario de Cristo, Siervo de los Siervos de Dios, Doctor Infalib=
le y
Universal de la Santa Iglesia, Una, Santa, Católica, Apostóli=
ca y
Remanente, León XIV, y sobre todo de Dios Todopoderoso, Padre, Hijo y
Espíritu Santo, en la indignación de la Santísima Virg=
en
María, Madre de Dios, Santa Virgen de las Vírgenes, Madre de =
la
Iglesia, así como de San Miguel, San Gabriel, San Rafael, de todos l=
os
Santos Angenes y Arcángeles, todos los Santos Coros de los
bienabenturados espíritus, de San Juan Bautista, de San José,=
de
San Joaquín, de Santa Ana, de todos los Santos Patriarcas y Profetas=
, de
San Padre y San Pablo, de San Andrés, de San Santiago, de San Juan, =
de
Santo Tomás, de San Jacobo, de San Felipe de San Bartolomé, de
San Mateo, de San Simón, de San Judas Tadeo, de San Matías, de
San Bernabé, de San Lucas, de San Marcos, de todos los Santos Aposto=
les
y Evangelistas, de todos los Santos discípulos del Señor, de
todos los Santos inocentes, de San Esteban, de San Lorenzo, de San Vicente,=
de
San Fabían y San Sebastían, de los santos Juan y Pablo, de los
Santos COsme y Damián, de los Santos Gervasio y Protasio, de todos l=
os
Santos Martires de la Santa Iglesia Católica, de San Silvestre, de S=
an
Gregorio, de San Ambrosio, de San Agustín, de San Jerón=
imo,
de San Martín, de San Nicolás, de todos los Santos Obispos y
Confesores, de todos los Santos Doctores, de San Antonio, de San Benito, de
Santo Domingo, de San Fransisco, de todos los santos Sacerdotes y Levitas, =
de
todos los Santos Monjes y Ermitaños, de Santa María Magdalena=
, de
Santa Agueda, de Santa Lucía, de Santa Inés, de Santa Cecilia=
, de
Santa Catalina, de Santa Anastasia, de todas las Santas Virgenes y Viudas, =
de
todos los Santos y Santas de Dios y de todos los santos predecesores nuestr=
os
en el Sumo Pontíficado de la Santa Iglesia, de De San Lino, de San
Anacleto, de San Clemente I, de San Evaristo, de San Alejandro I, San Sixto=
I,
de San Telesforo, de San Higinio, de San Pío I, de San Aniceto, de S=
an
Sotero, de San Eleuterio, de San Víctor I, de San Ceferino, de San
Calixto I, de San Urbano I, de San Ponciano, de San Antero, de San
Fabián, de San Cornelio, de San Lucio I, de San Esteban I, de San Si=
xto
II, de San Dionisio, de San Félix I, de San Eutiquiano, de San Cayo,=
de
San Marcelino, de San Marcelo I, de San Eusebio, de San Melquíades, =
de
San Silvestre I, de San Marcos, de San Julio I, de San Dámaso I, de =
San
Siricio, de San Anastasio I, de San Inocencio I, de San Zósimo, de S=
an
Bonifacio I, de San Celestino I, de San Sixto III, de San León I, de=
San
Hilario, de San Simplicio, de San Félix III, de San Gelasio I, de San
Símaco, de San Hormisdas, de San Juan I, de San Félix IV, de =
San
Agapito I, de San Silverio, de San Gregorio I, de San Deodato I, de San
Martín I, de San Eugenio I, de San Vitaliano, de San Agatón, =
de
San León II, de San Benedicto II, de San Sergio I, de San Gregorio I=
I,
de San Gregorio III, de San Zacarías, de San Pablo I, de San Le&oacu=
te;n
III, de San Pascual I, de San León IV, de San Nicolás I, de S=
an
Adriano III, de San Esteban V , de San León IX, de San Gregorio VII,=
de
San Celestino V, de San Martín V, de San Pío V, de San Gregor=
io
XVI, de San Pío IX, de San León XIII, de San Pío X, de=
San
Benedicto XV, de San Pío XI y de San Pío XII, y de NOS, Vicar=
io
de Cristo, Siervo de los Siervos de Dios, Dulce Cristo en la Tierra, Patria=
rca
de la Santa Iglesia, Patriarca de Occidente, Doctor Supremo, Doctor Infalib=
le,
Cabeza Visible de la Iglesia, Una, Santa, Católica y Apostóli=
ca,
León XIV, Papa en el exilio. Y sepa el iunicuo que a siquiera sentir
diferente a Nos se atreva, que además estará sometido a las p=
enas
del derecho si tan solo osara manifestar públicamente de cualquier f=
orma
lo que en su corazón siente.
Por
eso decimos a vosotros, seguidores de este excremento en la tierra mientras
vivía, tizón al rojo hoy en las profundidades del abismo. =
220;Id
malditos al fuego eterno preparado para el demonio y sus ángeles&quo=
t;[1][21]
Dado en el Altar Mayor de la Iglesia Nuestra
Señora de la Compasión,
A los 18 días del mes de abril del a&ntil=
de;o
de Nuestro Señor Jesucristo 2007.
Segundo de Nuestro Pontificado.
León XIV. Papa
[1][1]
Gen VI, 6.
[1][2]
Prov XXII, 28.
[1][3]
Rom X, 15
[1][4]
Hebr XIII, 9.
[1][5]
Dt XXVIII, 13-14.
[1][6] I
Tim VI, 20.
[1][7] I
Re V, 2.
[1][8]
Hebr XIII, 9.
[1][9]
Gal I, 8.
[1][10]
II Tim, II, 17.
[1][11]
Jer XXXI, 15.
[1][12]
Jn I.
[1][13]
Gen XLI, 18ss.
[1][14]
II Cor, II, 17.
[1][15]
II Tim, III, 5.
[1][16]
Apoc XIII, 13.
[1][21] Mt XXV, 41.
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