martes, 28 de mayo de 2013
Sermón del Papa Alejandro IX por la Fiesta de la Restauración de la Silla Apostólica
Queridos hermanos, en el día de hoy, 24 de marzo, la Santa Iglesia
celebra la Fiesta de la Restauración del Trono de Pedro. No es una
fiesta menor, es una de las más importantes del Calendario Litúrgico, ya
que en ella, Dios nos recuerda que la Iglesia no puede ser destruida y
que la promesa de estar siempre con Nosotros se cumple.
Quisiera hacer unos breves comentarios sobre aquel 24 de marzo del año
2006, de la situación que vivíamos y de como estamos hoy.
En aquel año, hubo una gran resistencia a poner fin a la Sede Vacante.
Una gran cantidad de obispos y sacerdotes predicaron en contra de
nuestra iniciativa. Dijeron que íbamos a provocar un cisma, que ibamos a
sumar otro antipapa a la lista, que estábamos poseídos por el Demonio,
que el «líder», si usaban la palabra «lider» de nuestro grupo era un
loco que tenía visiones, tal como el del Palmar de Troya. De nada
valieron los estuiod canónicos, las cartas explicativas, los continuos
recursos a los obispos y sacerdotes católicos sedevacantistas. De nada
valió que viajáramos los sacerdotes y obispos de la Orden de Nuestra
Señora de la Compasión a distintos países a buscar entre obispos y
sacerdotes fieles el apoyo necesario para una elección Papal.
Hubo un acontecimiento que a Nos, personalmente nos impactó. Estando en
Ucrania, con un obispo de rito oriental que hacía poco se había
convertido al catolicismo, confesó que sabía que una elección Papal era
la solución única a la crisis, pero... y aquí vino la sorpresa, aún no
era el momento, aún no había unidad. Cuando hace poco, el obispo Juan
José Squetino Schattenhofer convocó a los cismáticos a una elección
Papal, también topó con las mismas resistencias. Eso que a él tanto lo
sorprendió, pudo impactar a nosotros, pero Nosotros, sabíamos en aquel
momento que lo que importaba era la Iglesia Católica, era reconstruir la
jerarquía de la Iglesia, era tener una Cabeza Visible y entonces habría
unidad y reinaría la Paz y el Orden en la Iglesia de Dios... la misma
paz y el mismo orden que fue erradicado tras el Conciliabulo Vaticano
II, cuando la herejía se apoderó del templo, expulsando fuera a los
verdaderos católicos.
¿Hubo infiltrados? Si, los hubo, pero el Espíritu Santo guió el Cónclave
y permitió que identificaríamos a los miembros de la Sinagoga de
Satanás, para que fueran excluidos de esa reunión milagrosa.
¿Hubo interferencias? ¡Claro que las hubo! obispos, sacerdotes y monjes
adversarios a Dios trataron de hacer hasta lo imposible... y la Iglesia
Montiniana... la Iglesia Montiniana nos atacó con todo lo que pudo. En
dos oportunidades tuvimos que abandonar los lugares de elección, hasta
que terminamos en un local, sencillo, muy sencillo, pero donde estábamos
seguros de que el Adversario ya no podría actuar.
Y entonces ocurrió... No lo olvidaremos... ocurrió el milagro cuando
Monseñor Oscar de la Compasión, levantó sus ojos y dijo «Si, acepto», y
con ese sí acepto todos elevamos Glorias al Señor... cada uno de
nosotros fue hasta donde él estaba y le rendimos homenaje... Perdonen...
pero Nos conmueve el alma recordar aquella jornada.
Siete años después la situación no es tan diferente: aún hoy millares de
sacerdotes y centenares de obispos siguen oponiéndose a la Santa
Iglesia. Los cismáticos sedevacantistas, los herejes que reconocen al
Anticristo del Vaticano... todos ellos luchan contra la Iglesia Católica
Apostólica Remanente, la Iglesia en el Exilio, la Verdadera Iglesia
Católica Romana fuera de la cual no hay salvación ni perdón de los
pecados.
Pero además de los enemigos externos, tenemos los enemigos internos.
Muchos de los aquí presentes forman parte de la Sinagoga de Satanás.
Hace poco fueron zarandeados cuando descubrimos el complot de Vladeci
Pereira Sarmento, «Makarios de Menelik» y quien llegó a ser Cardenal de
la Santa Iglesia. Y con él calleron muchos que estaban esperando el
golpe del moderno Judas Iscariote para apoderarse de la Iglesia y hacer
naufragar la Barca de Pedro. ¡No lo permitiremos! ¡No dejaremos que se
apoderen de la Iglesia!
San Pío XII no pudo ver que había colocado en posiciones de poder a los
enemigos de Dios, a los siervos de la Mentira. Nosotros no hemos
cometido ese error. Hoy la Iglesia está asediada, pero fuerte. En siete
años hemos ganado en fuerza, en resistencia. Sabemos que Dios está con
nosotros, hemos purificado la fe, hemos depurado el clero a base de
dolores, de lágrimas... pero lo hemos conseguido.
En los últimos años hemos reconstruido buena parte de la jerarquía. Las
misiones fueron dejando lugar a las diócesis y las parroquias. La
jurisdicción ordinaria ganó terreno frente a la extraordinaria. Vamos en
camino a la Unidad Litúrgica, poco a poco las comunidades que eran
recibidas con sus propios Ritos Tradicionales han adoptado la Misa
Tridentina. Hemos unificado la disciplina tras la promulgación del
Código de Derecho Canónico que hemos reformado y aplicado. Las
congregaciones religiosas y las ordens han sido reformadas, volviendo a
sus estructuras prístinas. Si, hubo traidores, hubo cismas, hubo
herejes... y los seguirá habiendo. Pero los descubriremos. Vosotros,
fieles, no tengáis miedo.
Carísimos fieles: tened fe en Dios, que conserva a la Iglesia sin mancha
ni error. Sacerdotes, guardad el Estado de Gracia estando unidos a la
Fe Verdadera y Sometidos al Legítimo Sucesor de San Pedro. Obispos,
cuidad a las ovejas conscientes de que debéis responder ante Nos y ante
Dios Omnipotente. Permaneced unidos a la Comunión de los Santos, porque
aquellos que están fuera no perteneces a la Verdadera Iglesia de Dios.
Ave María Purísima...
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