Queridos Cardenales, Arzobispos, obispos y sacerdotes. Fieles, amigos y benefactores.
Hoy se inicia un momento muy importante para la Santa Iglesia Católica
Remanente: el Sínodo de Villa María, convocado aquí, en la Santa Sede en
el Exilio.
En situaciones normales, no les hubiéramos llamado desde tan lejos para
que vinieran aquí, desde donde gobierna Pedro. Pero, como ya todos
sabéis, la Iglesia afronta ahora una nueva crisis motivada por su
enemigo secular: Satanás.
El demonio se infiltró en la Iglesia por medio de uno de sus agentes,
Dimitry Vladeci Pereira Sarmento, un marrano que judaizó y
contemporizador con los siervos de la Cábala. Siendo un Hijo de la
Mentira fornicó con el Demonio y trató de destruir la obra de Dios, que
es la Santa Iglesia Católica Apostólica Remanente, que Nosotros, ustedes
y Nos, conformamos y a la que pertenecemos, no pode capricho, sino por
absoluta necesidad para la salvación de nuestras almas.
Las terribles acciones de Dimitry Vladeci Pereira Sarmento han llevado a
que toda la Iglesia del Brasil quedara fuera de la Comunión con la
Verdad. ¿Cuántas almas se han perdido? No lo sabemos porque jamás
supimos nada cierto de él. Hoy, mientras repasábamos éste sermón,
carísimos hermanos, leíamos con dolor las cartas que nos enviara el
depuesto y degradado Cardenal Makarios: millares de fieles, centenares
de conversos, bautismos, comuniones, ordenaciones ¿Cuánto de eso fue
cierto? ¿Cuanto de eso no fue sino una vil y cruel mentira? No lo
sabemos. Pero sabemos que el daño causado a la Iglesia de Dios fue
absoluto.
Ni bien fue remitida la Carta de Excomunión él se declaró feliz ¡Por las
redes sociales! Y luego, por ese mismo medio divulgó documentación
sensible y reservada que además adulteró para sus perniciosas campañas
en contra de la Verdad.
Alguno de ustedes se preguntará "¿Por qué traer ese tema? ¿Qué tiene que
ver con el Sínodo?" ¡Muchísimo, carísimos hermanos! Tiene mucho que
ver, porque Nos hemos convocado a toda la jerarquía católica para ver
que medios tenemos que emplear para no repetir éste doloroso error.
También queremos escuchar a los obispos, saber que es lo que os fieles
piden, lo que ellos necesitan. Queremos ser conscientes de los problemas
que aquejan a las diócesis y por lo tanto, llevar a cabo una profunda
reorganización de la Iglesia Católica.
¿No se trataron éstos temas en el Sínodo de Mar del Plata? Si, pero es
necesario profundizar. Hoy, carísimos hermanos, tras la Misa Solemne,
realizaremos una procesión, entonando la Letanía de los Santos, luego,
los clérigos convocados, rezaremos el Te Deum en la Catedral y
despediremos a los fieles, para clausurar las puertas e iniciar las
deliberaciones.
Cada uno de los obispos recibió al llegar una carpeta en la que están
los temas que consideramos necesario tratar. También, están allí las
opiniones, a veces diferentes de los Cardenales que nos han asistido. A
vosotros toca, hermanos en el Episcopado ser sinceros, dar vuestra
opinión.
A vosotros, los fieles, os toca apoyar y sostener a la Iglesia. Vuestras
oraciones son muy necesarias hoy. Tal vez más que nunca antes.
En el Nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo.
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